Ya no falta nadie, ahora solo queda coprometernos
Haber visto hace unas semanas las instalaciones de Independiente sumado a las imágenes de anoche de la reunión de los representantes de socios tratando el descomunal pasivo del club, además de darme pena me preocupó muchísimo más de lo que ya estoy por River Plate. CAI es una demostración del saqueo absoluto y de lo inútil de nuestra dirigencia. Que Independiente no haya descendido antes que River Plate es un milagro (o haber tenido una dirigencia un poco menos estúpida) pero al mismo tiempo su situación económica es casi inmanejable (si logra levantarse con tantos menos recursos que nosotros pero con un pasivo similar será un buen signo para nosotros que también estamos arrodillados). La situación que estan viviendo River Plate, CAI, CASLA y Huracán y que ya vivieron Racing, FCO, Atlanta y tantos otros (que salen a la luz una vez que lo deportivo no puede tapar el saqueo), no es casual ni es repentino; es algo así como una enfermedad anunciada hace años.
El sistema está corrompido y es una espiral hacia los lugares más oscuros. La elección democrática de autoridades legitima las barbaridades que éstos estén dispuestos a hacer y todavía no hemos encontrado los remedios democráticos para este sistema destructivo. El virus que le introdujeron a River Plate (el caso que nos interesa acá y ahora pero que se aplica a todos los gobiernos) va comiendo todos los valores que durante años rigieron para lograr la grandeza del club y lentamente van variando para llegar a la destrucción y al saqueo.
La primera herramienta es un estatuto vetusto que permite que el presidente se maneje a su antojo (absolutismo que antes no perjudicaba tanto porque estaban preocupados por el club y porque el poder que tenían era importante pero no incontrolable); listas sábanas en que nadie es conocido hasta que realizó sus actos corruptos; contratos y manejos ilegales millonarios que se llevan a cabo a escondidas; dirigentes que llegan a pie y con alguna caja de ahorro en un banco nacional y que a los pocos meses manejan autos 0 km importados de primera gama y con varias cuentas en paraísos fiscales; un dirigente “superior” (léase presidente de AFA) que apaña todos estos manejos, que los fomenta y casi obliga a estar dentro de este sistema; empresarios poderosos corruptos y maquiavélicos que endulzan los oídos de los dirigentes amateurs de clubes sin fines de lucro pero que manejan presupuestos superiores a los de casi todas las ciudades de nuestro país; testaferros desconocidos, chantas y oportunistas que repentinamente aparecen adueñados del capital más importante del club; medios de comunicación que deberían informar pero en realidad manejan intereses propios y solo intentan esconder o destruir con mentiras según esos intereses empresariales; periodistas partidarios que se supone brindan toda la información para saciar el interés del hincha pero en realidad manipulan la información para su interés personal; hinchas que solo se preocupan por los resultados sin importarles como se llega al mismo y que cuando el club está destruido pretenden un maquillaje que mágicamente nos devuelva a la plenitud de otros años; delincuentes que se visten como hinchas buscando la empatía de éstos mientras algunos les dicen “hinchas caracterizados”; policías que se quedan con su tajada a cambio de tener “controlada” la violencia; abogados que embarran la cancha para facilitar la tarea de jueces que están dentro del juego y dirigentes políticos que por ineptos o por ser parte del sistema, deciden tomar medidas que permiten que las cosas sigan como están para que la sociedad tenga unos meses de tranquilidad como si alguien se hubiera ocupado realmente del tema.
Un cóctel explosivo preparado y perfeccionado a través de las últimas décadas que ya está llegando al hartazgo y a la destrucción total de los clubes. No se si esto es el preámbulo para las sociedades anónimas y el ingreso de multimillonarios extranjeros (más de un club hoy es manejado por sociedades que buscan llevarse dinero del fútbol y la institución es algo anecdótico. Claros ejemplos son Belgrano y los clubes sanjuaninos) pero nadie puede dudar que con el saqueo que sufren los clubes sociales, de no cambiar el sistema, solo se puede llegar a la destrucción de los mismos o al salvataje por parte del gobierno nacional de turno. El fútbol sirve como negocio amparado en las sociedades sin fines de lucro pero es un manjar para los inescrupulosos que entrarían a los clubes para hacer sus negocios mientras duren y luego se irían dejando la nada misma (bastante similar a lo que hacen hoy los dirigentes corruptos).
No es fácil cambiar algo así porque hay muchísimos intereses muy poderosos que hacen lo imposible por mejorar esta podredumbre pero sigo convencido que el primer cambio que se debe hacer es el Estatuto, a partir de allí se encadenarán los nuevos y necesarios cambios. Ya no hay tiempo para mezquindades ni para maquillajes, acá se necesita un transplante y cirugía mayor que solo se puede hacer con las herramientas que deberá brindar un nuevo Estatuto pensado para devolver la grandeza del club y no para beneficio de un presidente y su séquito.
El sistema está corrompido y es una espiral hacia los lugares más oscuros. La elección democrática de autoridades legitima las barbaridades que éstos estén dispuestos a hacer y todavía no hemos encontrado los remedios democráticos para este sistema destructivo. El virus que le introdujeron a River Plate (el caso que nos interesa acá y ahora pero que se aplica a todos los gobiernos) va comiendo todos los valores que durante años rigieron para lograr la grandeza del club y lentamente van variando para llegar a la destrucción y al saqueo.
La primera herramienta es un estatuto vetusto que permite que el presidente se maneje a su antojo (absolutismo que antes no perjudicaba tanto porque estaban preocupados por el club y porque el poder que tenían era importante pero no incontrolable); listas sábanas en que nadie es conocido hasta que realizó sus actos corruptos; contratos y manejos ilegales millonarios que se llevan a cabo a escondidas; dirigentes que llegan a pie y con alguna caja de ahorro en un banco nacional y que a los pocos meses manejan autos 0 km importados de primera gama y con varias cuentas en paraísos fiscales; un dirigente “superior” (léase presidente de AFA) que apaña todos estos manejos, que los fomenta y casi obliga a estar dentro de este sistema; empresarios poderosos corruptos y maquiavélicos que endulzan los oídos de los dirigentes amateurs de clubes sin fines de lucro pero que manejan presupuestos superiores a los de casi todas las ciudades de nuestro país; testaferros desconocidos, chantas y oportunistas que repentinamente aparecen adueñados del capital más importante del club; medios de comunicación que deberían informar pero en realidad manejan intereses propios y solo intentan esconder o destruir con mentiras según esos intereses empresariales; periodistas partidarios que se supone brindan toda la información para saciar el interés del hincha pero en realidad manipulan la información para su interés personal; hinchas que solo se preocupan por los resultados sin importarles como se llega al mismo y que cuando el club está destruido pretenden un maquillaje que mágicamente nos devuelva a la plenitud de otros años; delincuentes que se visten como hinchas buscando la empatía de éstos mientras algunos les dicen “hinchas caracterizados”; policías que se quedan con su tajada a cambio de tener “controlada” la violencia; abogados que embarran la cancha para facilitar la tarea de jueces que están dentro del juego y dirigentes políticos que por ineptos o por ser parte del sistema, deciden tomar medidas que permiten que las cosas sigan como están para que la sociedad tenga unos meses de tranquilidad como si alguien se hubiera ocupado realmente del tema.
Un cóctel explosivo preparado y perfeccionado a través de las últimas décadas que ya está llegando al hartazgo y a la destrucción total de los clubes. No se si esto es el preámbulo para las sociedades anónimas y el ingreso de multimillonarios extranjeros (más de un club hoy es manejado por sociedades que buscan llevarse dinero del fútbol y la institución es algo anecdótico. Claros ejemplos son Belgrano y los clubes sanjuaninos) pero nadie puede dudar que con el saqueo que sufren los clubes sociales, de no cambiar el sistema, solo se puede llegar a la destrucción de los mismos o al salvataje por parte del gobierno nacional de turno. El fútbol sirve como negocio amparado en las sociedades sin fines de lucro pero es un manjar para los inescrupulosos que entrarían a los clubes para hacer sus negocios mientras duren y luego se irían dejando la nada misma (bastante similar a lo que hacen hoy los dirigentes corruptos).
No es fácil cambiar algo así porque hay muchísimos intereses muy poderosos que hacen lo imposible por mejorar esta podredumbre pero sigo convencido que el primer cambio que se debe hacer es el Estatuto, a partir de allí se encadenarán los nuevos y necesarios cambios. Ya no hay tiempo para mezquindades ni para maquillajes, acá se necesita un transplante y cirugía mayor que solo se puede hacer con las herramientas que deberá brindar un nuevo Estatuto pensado para devolver la grandeza del club y no para beneficio de un presidente y su séquito.
Por Charro.