Amadeo Carrizo, el símbolo del arquero millonario.
El repaso evocativo y el espacio para los recuerdos, tienen un lugar preferencial dentro de nuestros corazones. La intención será que el viejo hincha recuerde y acaso se emocione, que el joven aprenda, y todos tengamos motivos para comentar y discutir. Y si de arqueros se trata, estaremos situándonos probablemente frente a la otra cara de la moneda. Por lo general quien más sufre. Pero la grandeza de varios de los apellidos que tuvieron la responsabilidad de custodiar los tres palos del arco de River Plate, quedaron grabados para siempre en la memoria de los riverplatenses. Algunos más afortunados que otros, con prolongadas campañas y el índice evidente de su capacidad, otros a través de un breve ciclo, pero todos dueños de una porción de la historia y en muchos casos con lugarcito en el corazón de los hinchas que los vieron volar de palo a palo, dejando el eco de sus hazañas, que permiten que hoy salgan a la luz y se queden para siempre.
Son en total hasta aquí 68. Iniciamos la recorrida con Jorge Iribarren, proveniente del amateurismo y el primer arquero profesional de River Plate. Dueño de una presencia señorial y una notable seguridad de manos. Gran goalkeeper e internacional.
Promediando la temporada del '31, alternando con Iribarren y posteriormente de modo efectivo a partir de 1932, aparece desde la cantera Juan Poggi, quien inscribió su nombre en la lista del primer campeón dentro del profesionalismo, que también tuvo otro apellido para el arco: Sebastián Santos Sirni, con dos apodos "el petiso" o "la mascota". Arquero de poca talla, singular arrojo y notable oportunismo para la salida. Jugó hasta 1943. Muchos grandes defensores riverplatenses señalan que nadie como Sirni para salir del arco. Su baja estatura, no fue óbice para que en los saltos siempre llegara primero. Valiente al máximo, y conocedor del secreto de la colocación exacta. Daba la sensación que la pelota siempre lo buscaba. Sin embargo a lo largo de su carrera se lo consideró suplente. Se ganó la simpatía de la afición, porque nunca la ausencia del titular resultó fatal.
Precedido de merecida fama, ganada en defensa del arco de Talleres de Remedios de Escalada y la Selección Nacional, llegó en 1933 Angel Bossio "la maravilla elástica". Actuó hasta el '36. Arquero elegante y flexible, notable estilista de alto y de bajo. Tuvo grandes performances en las que acreditó la justicia del mote que la afición la había conferido. Llegó al team riverplatense en la cúspide de su fama. Tuvo su actuación consagratoria en la última fecha del '33, cuando
Boca perdió el título en Alvear y Tagle. Fue victoria 3 a 1 con dos de Bernabé y uno de Nolo Ferreira. Aquella tarde quedó en el ambiente la sensación de que Bossio era invencible, al punto que el único gol lo marcó Cuello, defensor de River Plate en contra. Durante muchos años su nombre fue sinónimo del arquero perfecto.
En esos años alternaron con Bossio y Sirni la custodia del marco riverplatense Pedro Manzini (guardián de la cuarta de fierro campeona del '32) Albino Loayza, hasta que en 1937 apareció "el indio" Arsenio López o "Patoruzú" como lo llamaba la hinchada. Hay algo muy curioso que vale como aporte: mientras al club llegaron arqueros, los campeonatos del '32, '36 y '37 tuvieron en el arco a Sirni en los momentos decisivos.
En 1938 River Plate consigue la transferencia de quien fuera tildado el mejor arquero del Río de la Plata: el uruguayo Juan Bautista Besuzzo. Sin embargo su irregularidad terminó como denominador común a su trayectoria en River Plate hasta el año siguiente. Tenía una extraordinaria gama de recursos: gran elasticidad, sentido de la ubicación y una increíble habilidad para arquearse hacia atrás, y retener pelotas que aparentemente ya lo habían vencido. Su actuación cumbre fue en el '38 ante Independiente en la cancha de los rojos. Ganó el team riverplatense 3 a 1, y ese día sencillamente atajó todo.
En 1940 Besuzzo pasó a Banfield y así ascendió a primera un notable valor de las divisiones inferiores: se trata de Antonio Rodríguez. Sin embargo su mayor brillo en el fútbol lo alcanzó en Lanús y principalmente en Racing. Se trató de uno de los mejores goalkeepers de la época.
Dos arqueros desplazaron sucesivamente a Rodríguez durante 1940 y 1941. Hablamos del español Gregorio Blasco y el uruguayo Julio Barrios, cuyo aporte resultó fundamental en los títulos conseguidos en el '41 y '42. Blasco dejó entrever grandes condiciones pero su juego "a la europea" rechazando con los puños y algo flojo para la retención de balones, no terminó de convencer. En cuanto a Barrios fue uno de los buenos. Bien plantado, de estampa imponente, gran seguridad y colocación. Con una efectiva espectacularidad, decisión y oportunismo, estuvieron allí sus grandes virtudes.

Amadeo Carrizo, un arquero diferente que impuso un estilo propio.Imaginó las cosas que hoy hacen todos los buenos arqueros
Los reemplazantes de Barrios fueron el eterno Sirni, Alberto Voulliat y Eduardo Lettieri. Estos dos últimos no alcanzaron la regularidad y el rendimiento esperado. Pero a partir de 1944 la lucha por el arco de River Plate, tuvo a varios protagonistas. Los tres primeros partidos de la temporada los jugó el santiagueño Segundo Díaz, quien alcanzó notoriedad en Chacarita, al tiempo que se produjo el debut, procedente de Banfield, del peruano José Soriano, quien además fue gran figura del campeón de 1945 y estirando su campaña por una temporada más en River Plate. En el '44 también hace su presentación "el suicida" Héctor Grisetti quien no faltó nunca para la obtención del séptimo título del profesionalismo, durante la temporada del '47. Sin embargo en 1945 casi en silencio, había marcado su debut Amadeo Raúl Carrizo. Desde 1948 y por espacio de 20 años el arco de River Plate le perteneció. Se lo reconoce unánimemente como el inventor del arco. El hombre que más veces actuó en la primera del club. Cualquier adjetivo parecerá poco y todos juntos acaso no alcancen para definirlo. Fue distinguido como el mejor arquero de Sudamérica en toda la historia. En relación a Soriano, es justo decir que demostró gran sobriedad y solidez. Contaba con un llamativo oportunismo y valentía para salir a cortar juego. El arquero limeño fue otro de los buenos. En cuanto a Grisetti su actitud en el field era casi temeraria, justificando con creces su apodo. En relación a Amadeo, todo cuanto se diga parecerá poco y reiterativo. Simplemente el mejor.
Como quedó dicho el reinado de Carrizo resultó extenso. Por tal razón, corresponde enumerar la larga lista de suplentes u ocasionales reemplazantes que tuvo durante su trayectoria en River Plate. Fueron ellos Mario Mussi, Héctor Pacheco, Angel Rocha, el cordobés Augusto Fumero, Antonio Cammarata, y Manuel Ovejero. Durante la Copa Suecia de 1958, ocuparon la valla: Cortéz, Rolando Irusta, proveniente de las inferiores que sólo jugó un partido y el ex Lanús y Newell's Old Boys, Luis Zoilo Masuelli que puso punto final a su carrera en la valla riverplatense. La nómina continúa con Rogelio Domínguez, Hugo Gatti, Humberto Ballesteros y Alfredo Gironacci. Sólo Domínguez y Gatti, le birlaron por un breve lapso la titularidad. Pero vayamos por partes: Mussi jugó luego en Gimnasia, Rocha vino de Unión, luego pasó a Atlanta y varios clubes de ascenso, donde pateaba penales. En el '51, contra Racing le hicieron 10 goles en la misma tarde (5 en reserva y 5 en primera), porque faltó Amadeo a último momento. En cuanto a Fumero hay una anécdota poco feliz del año '52 frente a Ferro: hizo vista ante un remate, salió del arco a buscar la pelota fuera del field, con tan mala suerte, que el balón pegó en el travesaño, le impactó en la cabeza y se transformó en gol para los verdolagas. Increíble.
Cammaratta, venía de actuar en Independiente, Gimnasia y Atlanta, pero sólo jugó un partido contra San Lorenzo. Manuel Estanislao Ovejero fue un correcto guardavalla. Jugó luego en Argentinos Juniors, el ascenso, Lanús y el fútbol colombiano. Justamente en la cancha granate tuvo su tarde de gloria en el '56. Debutó y fue gran figura de un partido decisivo que ganó el team riverplatense 3 a 1. En relación a Rogelio Domínguez, es justo decir que en otra etapa, hubiera sido titular indiscutido como Amadeo o el Pato. Venía de jugar en Racing y el Real Madrid con figuras como Di Stéfano, Puskas y Gento. Después pasó a Vélez y Nacional de Uruguay. Un extraordinario guardavallas. Notable sentido de la ubicación y sensacionales reflejos. Sus voladas eran espectaculares. La nómina sigue con Gatti que tuvo la osadía de discutirle y en algunos pasajes de la historia arrebatarle el puesto a Amadeo. Ballesteros jugó poco, tuvo más trayectoria en Lanús y el fútbol peruano, mientras que el rosarino Gironacci, que venía de Newell's no rindió como se esperaba. Después actuó en Argentinos Juniors y equipos del ascenso.

Fillol, una gran personalidad y estado físico. Siempre daba un nuevo esfuerzo para impedir un gol
Luego del otoño del patriarca, y valga la paradoja, el arco de River Plate pasó por varias manos: Hugo Carballo, procedente de Gimnasia, y dos valores juveniles de aparición casi simultánea: Carlos Barisio y José Perico Pérez, especialista en materia de atajar penales. Los contenía de a dos como a Brindisi en el '73. Para el Nacional de aquel año, se produce la contratación de
Ubaldo Matildo Fillol, procedente de Racing. Con toda seguridad el segundo puesto en el podio de los mejores guardavallas riverplatenses. De notables reflejos. Soberbio, espectacular. Artífice de varios campeonatos, especialmente los Nacionales '75 y '81. Para "el pato", también todos los adjetivos resultarán escasos. Dicen que el arco de River Plate es más grande que los demás; el de Fillol era el más chico de todos. Detrás de él se encolumnaron varios apellidos con la esperanza de jugar. En verdad lo hicieron poco. Fueron ellos Alberto Vivalda, el uruguayo Omar Correa, Luis Landaburu, quien más paciencia tuvo, Juan Carlos Delménico, Miguel Angel Torres, Jorge Ferrero, el legendario Agustín Mario Cejas, Eduardo Montes y Gabriel Puentedura. Una huelga en 1983 y la posterior transferencia de Fillol permitió que surgieran Adrián Rodríguez, Carlos Cochella y Sergio Goycochea, con dos ciclos poco exitosos en River Plate. Para 1984 llegaron Carlos Gay con gran pasado en Independiente y Nery Pumpido, listo para ser campeón de todo en el '86. Luego serían los tiempos de Angel David Comizzo, tal vez el arquero del eterno retorno, Oscar Passet, José Miguel, Rodrigo Burella, Javier Zeoli, Javier Sodero, Germán Burgos, Joaquín Irigoytía, Roberto Bonano, Gastón Sessa, Darío Sala, Franco Costanzo, José María Buljubasich, Alejandro Saccone, Germán Lux, Juan Pablo Carrizo, Juan Ojeda, Daniel Vega, Mariano Barbosa y Nicolás Navarro. Seguramente por condiciones técnicas, personalidad y prematuro aplomo, Carrizo va camino al podio de los mejores. Su trayectoria y el paso del tiempo darán su veredicto.

JP Carrizo; personalidad y reflejos. Puede ser su época si sigue el camino.
También hay nombres como Bernardo Leyenda, Juan Carlos Olave y Martín Ogando, (de notable trayectoria en nuestro fútbol y suplente de Amadeo), que no actuaron en cotejos oficiales.
Esta es la nómina de arqueros de River Plate a lo largo de la historia. Buena parte de la gloria cosechada está en sus manos. Ojalá que este repaso evocativo y el espacio para los recuerdos, haya logrado como decíamos al comienzo, que el viejo hincha recuerde y acaso se emocione, rememorando atajadas que están alojadas aún hoy en sus retinas, mientras el aprendizaje alcance a los más jóvenes, logrando el objetivo de ilustrar correctamente, a aquellos que por razones cronológicas, saben de estos nombres sólo desde el anecdotario de los más sabios.
Por Sr RiverPlate