
(*) UNDICI ALMEYDAS, así decía una bandera cada vez que jugaba la Lazio
Otra vez, las valientes y silenciadas palabras de Garcé volvieron a tomar dimensión gracias a una nota hecha a Francéscoli. Enzo salió a decir que una de las razones para el mal momento era la “falta de vestuario”. En otras palabras decía que faltan líderes, esos jugadores experimentados y con varios años de rodaje donde deben apoyarse los jugadores de menor experiencia especialmente cuando las cosas no salen bien.
Como dijo el Chino, esta comisión desarmó al equipo de jugadores nacidos en el club. El objetivo fue cambiarlos por jugadores de poco carácter que no se rebelaran ante el daño que se le hace a River y que no reclamen si algún dirigente se queda con parte de sus sueldos, que soporten estos manejos turbios porque jamás imaginaron jugar en un equipo grande y mucho menos en River. Con esta realidad, River se quedó sin jugadores con la categoría para sostener el peso de la camiseta que vestían.
Este cuadro de situación empezó a cambiar este año cuando volvió Gallardo, aunque sus continuas lesiones imposibilitaron que agarre la manija y las cosas finalmente empezaron a enderezarse con Ortega, a pesar de la resistencia de la dirigencia, su habilidad más el amor mutuo con los hinchas, lo convirtieron en la voz preocupada por la situación de River.
A 2 meses de las elecciones ya no es tan preocupante encontrar estas voces rebeldes y por eso llegó la gran sorpresa de estos meses. Envueltos en un River devaluado, sin incorporaciones y con un “casting” que lindaba con la falta de respeto (aunque yo insisto que fue peor la práctica de traer jugadores viendo solo un video y así llegaron una larga decena de burros que no hubieran pasado un casting), llegó Almeyda.
Después de 4 años casi sin jugar fue víctima de todas las cargadas y entre tantos desatinos de esta conducción todos creímos que era un desatino más. Hoy es fácil decir que fue la mejor incorporación pero creo que muy pocos deben haber imaginado que sería el nuevo líder gracias a su entrega, criterio y juego. Hace 4 años, cuando volvió de Europa, dijo que jugaría en River y cuando tuvo todo acordado y estaba en las oficinas del Monumental listo para firmar desistió de la idea. Estoico se bancó que le dijeran “loco” pero el tiempo le dio la razón. Ese día se encontró con un contrato que tenía un importe muy superior al pactado y él no aceptaba el robo para la corona. Así, desilusionado, abandonó el fútbol gritando que estaba podrido de la suciedad que giraba alrededor del fútbol.
Siempre guardo mi opinión sobre los jugadores que vuelven al club. Me gusta que vuelvan aunque a veces sea una decepción, pero en el caso particular del Pelado (tenía obviamente las mismas dudas que todos solo que no usaba el sarcasmo para referirme al Pelado) esperaba que ayudara en el punto más débil de todos. River carece de personalidad y solo jugadores de la talla de Ortega, Gallardo y Almeyda podrán hacerle entender a los chicos de 17 a 22 años como salir adelante en este momento. Sin embargo, así como dentro de la cancha el Pelado es muchísimo más de lo que esperábamos, fuera de la cancha también se reveló como un fuera de serie.
En estos días pudimos leer que Almeyda graba todos los partidos de River, revisa las jugadas, habla con el cuerpo técnico para dar alguna opinión sobre posibles cosas para mejorar, habla con los pibes para tranquilizarlos y hasta habla con los dirigentes para mejorar la actual situación. Él dice que quiere salir campeón, también dijo que este equipo no está preparado para serlo, de todos modos hace lo posible para acercarlo a esa meta. Dijo, antes de debutar en esta nueva etapa, que su alegría más grande era volver y tener alguna posibilidad de entrar otra vez al Monumental; esto ya lo cumplió con creces. Espero que pronto se le cumpla su otro deseo.
Gracias Almeyda, sos un ejemplo más allá de cómo salgan las cosas y ojalá te siga llegando el reconocimiento que tanto mereces. Salud, campeón.
Por: Charro