Mucho se trabajó para que quedara en nuestras vitrinas
¿Algún hincha de riverplatense nacido antes de la década del 80 puede olvidar que le pasó el 29 de octubre de 1986?
Yo era un pibe todavía y recuerdo que venía agrandado por el título local que habíamos ganado por escándalo (5 fechas antes ya éramos campeones), el gol con la pelota naranja y la vuelta en la cara de los bosteros, haber eliminado a los bosteros en la primera fase de la Copa, haber pasado a la final de la Copa Libertadores después de un tortuoso desempate frente a un enorme equipo como era el AAAJ de aquella época (encima iba a un colegio de Paternal). Nunca la cancha de Velez había visto sufrir y explotar en una repentina alegría a tanta gente. Los jugadores de AAAJ se habían jurado tener revancha por la Copa del Mundo perdida por penales y los jugadores de River Plate querían pasar a la historia ganando la primera y esquiva Copa Libertadores. Un partido a cara de perros y llena de nervios nos dio el pase a la final. En ese partido debutó un jugador que pocos conocíamos. Ya se había ido a Europa el Enzo y a Centurión lo habían acusado y castigado por consumo de droga, en ese contexto se movió rápidamente el Bambino Veira para encontrar un delantero de área y se jugó por el Búfalo puntano Juan Gilberto Funes.
Era la Copa más deseada y nadie pensaba que en la primera fase solo se había perdido 1 punto frente a bosteros y uruguayos, el sufrimiento de la segunda fase había quedado atrás, ahora todos pensaban en el gran América de Cali. Nadie dejó de ver el partido por TV, así como también muchos se fueron a Colombia. No eran tiempos sencillos para irse por allá (el América nunca pudo esquivar su relación con los narcos y por ello hoy sufre un bloqueo económico apoyado desde USA) y el club estaba tan deseoso como el nuestro por obtener el título que habían perdido por penales el año anterior contra AAAJ. Ese plantel era considerado el más caro del continente, estaba lleno de jugadores extranjeros (Falcioni, Ischia, Gareca, Cabañas…) y figuras colombianas (Willington Ortiz, Anthony de Avila), en ese contexto jugamos el primer partido en Calí y sorpresivamente para todos nuestros “enemigos” trajimos un triunfo desde aquellas tierras. Un triunfo con un gol lleno de la guapeza del Búfalo Funes y un gol desde fuera del área del ídolo Alonso… ¿qué más se podía pedir? No había forma de no ser campeón…
La semana entre el 22 y el 29 de octubre de aquel año debe ser una de las más tensas en la vida de los hinchas millonarios, una tensión que solo esperaba la pitada final para hacer explosión. Así como el 3 de octubre fue uno de los días con mayor cantidad de público en el Amalfitani (tal vez solo igualada por el partido que nos vio campeones en 1975), la noche del 29 fue la que contó con más hinchas en el Monumental; ni siquiera la final de la Copa del Mundo del 78 tuvo tanta gente. El 29 de octubre de 1986 ya no entraba nadie en el Monumental, cualquier lugar era bueno para estar allí, no importaba no poder verlo (muchos se cubrían los ojos ante los ataques colombianos), más de 80 mil almas tenían una esperanza y lo importante era estar, alentar, gritar, llorar junto al pueblo millonario. La conmoción que vivía la gente era parte de esos momentos únicos, esos días que sabemos que pasarán a la historia y que la espera hace tambalear hasta al corazón más sano.
Imposible olvidar el quite limpio y maestro tirándose al piso desde atrás del gran Negro Enrique y su, como siempre, criterioso pase al Búfalo Funes, quien, como era también costumbre, estaba ubicado de espaldas al arco, aguantando la pelota entre los centrales rivales y en un rápido movimiento se encontraba de frente al arco, ganando en velocidad, aguantando la pelota con su cuerpo y definiendo cruzado junto al palo. Misma definición que en Colombia, misma bronca e impotencia de Falcioni, misma felicidad del pueblo millonario que por fin se sabía campeón de América. Imposible olvidar el abrazo interminable con el desconocido de al lado cuando por fin terminó el partido, imposible olvidar las lágrimas rodando por la cara para caer en la boca abierta que no paraba de gritar y agradecer. Una noche de desahogo y de felicidad extrema.
Son momentos únicos que esperamos que pronto se repitan, tiempos de gloria que se reivindicaban con la gloriosa historia del club, momentos en que los mayores miraban al cielo recordando a sus ídolos de la infancia que desde el cielo debían estar sonriendo porque llegaba a nuestras vitrinas la Copa tan deseada y esquiva, tiempos de festejos después de unos años de haber perdido el rumbo, tiempos de desahogo, tiempos para recordar y volver a vivir porque esto fue, es y será River Plate.
Salud y agradecimiento al plantel de los campeones de 1985/86 (y QEPD Juan Gilberto Funes).
Yo era un pibe todavía y recuerdo que venía agrandado por el título local que habíamos ganado por escándalo (5 fechas antes ya éramos campeones), el gol con la pelota naranja y la vuelta en la cara de los bosteros, haber eliminado a los bosteros en la primera fase de la Copa, haber pasado a la final de la Copa Libertadores después de un tortuoso desempate frente a un enorme equipo como era el AAAJ de aquella época (encima iba a un colegio de Paternal). Nunca la cancha de Velez había visto sufrir y explotar en una repentina alegría a tanta gente. Los jugadores de AAAJ se habían jurado tener revancha por la Copa del Mundo perdida por penales y los jugadores de River Plate querían pasar a la historia ganando la primera y esquiva Copa Libertadores. Un partido a cara de perros y llena de nervios nos dio el pase a la final. En ese partido debutó un jugador que pocos conocíamos. Ya se había ido a Europa el Enzo y a Centurión lo habían acusado y castigado por consumo de droga, en ese contexto se movió rápidamente el Bambino Veira para encontrar un delantero de área y se jugó por el Búfalo puntano Juan Gilberto Funes.
Era la Copa más deseada y nadie pensaba que en la primera fase solo se había perdido 1 punto frente a bosteros y uruguayos, el sufrimiento de la segunda fase había quedado atrás, ahora todos pensaban en el gran América de Cali. Nadie dejó de ver el partido por TV, así como también muchos se fueron a Colombia. No eran tiempos sencillos para irse por allá (el América nunca pudo esquivar su relación con los narcos y por ello hoy sufre un bloqueo económico apoyado desde USA) y el club estaba tan deseoso como el nuestro por obtener el título que habían perdido por penales el año anterior contra AAAJ. Ese plantel era considerado el más caro del continente, estaba lleno de jugadores extranjeros (Falcioni, Ischia, Gareca, Cabañas…) y figuras colombianas (Willington Ortiz, Anthony de Avila), en ese contexto jugamos el primer partido en Calí y sorpresivamente para todos nuestros “enemigos” trajimos un triunfo desde aquellas tierras. Un triunfo con un gol lleno de la guapeza del Búfalo Funes y un gol desde fuera del área del ídolo Alonso… ¿qué más se podía pedir? No había forma de no ser campeón…
La semana entre el 22 y el 29 de octubre de aquel año debe ser una de las más tensas en la vida de los hinchas millonarios, una tensión que solo esperaba la pitada final para hacer explosión. Así como el 3 de octubre fue uno de los días con mayor cantidad de público en el Amalfitani (tal vez solo igualada por el partido que nos vio campeones en 1975), la noche del 29 fue la que contó con más hinchas en el Monumental; ni siquiera la final de la Copa del Mundo del 78 tuvo tanta gente. El 29 de octubre de 1986 ya no entraba nadie en el Monumental, cualquier lugar era bueno para estar allí, no importaba no poder verlo (muchos se cubrían los ojos ante los ataques colombianos), más de 80 mil almas tenían una esperanza y lo importante era estar, alentar, gritar, llorar junto al pueblo millonario. La conmoción que vivía la gente era parte de esos momentos únicos, esos días que sabemos que pasarán a la historia y que la espera hace tambalear hasta al corazón más sano.
Imposible olvidar el quite limpio y maestro tirándose al piso desde atrás del gran Negro Enrique y su, como siempre, criterioso pase al Búfalo Funes, quien, como era también costumbre, estaba ubicado de espaldas al arco, aguantando la pelota entre los centrales rivales y en un rápido movimiento se encontraba de frente al arco, ganando en velocidad, aguantando la pelota con su cuerpo y definiendo cruzado junto al palo. Misma definición que en Colombia, misma bronca e impotencia de Falcioni, misma felicidad del pueblo millonario que por fin se sabía campeón de América. Imposible olvidar el abrazo interminable con el desconocido de al lado cuando por fin terminó el partido, imposible olvidar las lágrimas rodando por la cara para caer en la boca abierta que no paraba de gritar y agradecer. Una noche de desahogo y de felicidad extrema.
Son momentos únicos que esperamos que pronto se repitan, tiempos de gloria que se reivindicaban con la gloriosa historia del club, momentos en que los mayores miraban al cielo recordando a sus ídolos de la infancia que desde el cielo debían estar sonriendo porque llegaba a nuestras vitrinas la Copa tan deseada y esquiva, tiempos de festejos después de unos años de haber perdido el rumbo, tiempos de desahogo, tiempos para recordar y volver a vivir porque esto fue, es y será River Plate.
Salud y agradecimiento al plantel de los campeones de 1985/86 (y QEPD Juan Gilberto Funes).
Por Charro.