El superclásico que más disfruté en el Monumental

Como quisiera ver la tapa de mañana de todas las revistas y diarios del país con este título

Para muchos, el partido del 3 a 3 frente a los bosteros en el Monumental tuvo todos los condimentos para ser el mejor partido, sin embargo, para mi careció de algo fundamental, la victoria. Ese partido lo sufrí como pocos porque nos pegaron el baile más grande que recuerde y luego de una remontada a puro coraje se llegó al empate y siempre lamentaré que no hayan entrado las 2 claras oportunidades que tuvimos para ganarlo (tanto como agradeceré que los jugadores tuvieran la fuerza para darlo vuelta).

Para mi, el superclásico del año 1987 tuvo todos los condimentos deseables, ese fue mi partido soñado. Fue uno de los últimos partidos en que los socios de River de la San Martín alta se dividían entre hinchas de River y bosteros, el primer ingreso del lado de la Centenario estaba ocupada por hinchas de Boca que eran socios de River, en esa época se les daba a los bosteros toda la Centenario más la Belgrano alta y se vendía libremente las San Martin y Belgrano bajas y medias. Como cambiaron los tiempos, canchas con tribunas compartidas e hinchas por mitades.

River venía de ser campeón del Mundo pero increíblemente había empezado a desarmar al equipo y echado al técnico. En lugar del Bambino Veira había llegado Timoteo Griguol quien tenía una feroz campaña de prensa en contra apoyada en su deslucida campaña y en la eliminación de la Copa Libertadores. Los bosteros, a su vez, deambulaban entre los últimos lugares y llegaban al Monumental con la necesidad de sumar. Creo que nadie habló de un superclásico devaluado, la pasión del público era la misma y eso es lo que le da la valuación al superclásico.

A cancha llena, River salió a devorarse al rival y no fue de extrañar que a los 3 minutos recibiera una clara infracción dentro del área que el árbitro no tuvo más remedio que cobrar. El Negro Palma se paró de frente a la pelota, tomó larga carrera frente a los hinchas bosteros y la pelota fue al medio del arco pero pasa varios metros por encima del travesaño. Locura bostera y River se desordena y desorienta, el juego se nivela y el primer tiempo se va yendo sin pena ni gloria hasta que faltando 3 minutos para terminar, un cabezazo de la Gorda Rinaldi dentro del área permite un nuevo festejo bostero y así se van a los vestuarios con un resultado impensado.

River sale al segundo tiempo decidido a ganar quemando las naves. Timoteo reemplaza al Tolo Gallego (el 5 y equilibrio del mediocampo) para poner a un habilidoso y buen acompañante como Morresi. Teóricamente muy arriesgado y el Monumental se sorprende a los 6 minutos con otro gol de Rinaldi. Hoy alguno podría pensar que es un partido liquidado pero no cuando hay personalidad en los jugadores. El amor propio de los campeones del Mundo aparece en esa última media hora, el Tano Gutierrez, pared fundamental junto a Ruggeri en el fondo de River, decide adelantarse y ubicarse como 5 y desde allí empuja a todo el equipo y arrinconan a un Boca de poca categoría. Faltando media hora, en 3 minutos logra igualar el partido con 2 cabezazos (uno del Polilla Da Silva y otro de Carucha Corti), el desahogo de la gente es total y quedan 25 minutos para intentar la hazaña. El partido se hace de ida y vuelta aunque ninguno quiere arriesgar tanto, varias veces la pelota pasa junto a los palos sin que la gente entienda porqué no entra en el arco. Algún relator decía que no era un partido apto para cardíacos y en este caso tenía mucha razón. Estas palabras eran un presagio para lo que pasaría en los últimos minutos.

El gol que cambió la historia de esa tarde. perdíamos 2 a 0 y se los dimos vuelta

Faltando 3 minutos para terminar el partido, se dan una serie de carambolas y tacos en el área bostera hasta que el Negro Palma logra tocar la pelota desde el piso por encima del arquero de Boca. El Negro se redime de su penal malogrado y la gente no podía más de felicidad, todos cantábamos y delirábamos sin poder creer lo que se vivía. El partido había tenido todos lo que un libretista podía imaginar para el mejor partido de la vida, el partido ya estaba terminado y aún hoy recuerdo el centro desesperado de un jugador de boca que pasa por el área de River y fuera del área chica Stafuza intenta mandar, de cabeza, la pelota hacia el centro del área y lo único que logra es que pegue en el codo de Gordillo que estaba delante de él. La cara de desesperación y desazón que teníamos todos, pocas veces la volví a ver. Imposible entender como Loustau había cobrado ese penal que ni siquiera los hincha bosteros podían creer. Era tiempo de descuento, los bosteros estaban muertos y el árbitro había decidido regalarles el partido. Recuerdo las cargadas de los hinchas de Boca socios de River hacia el resto y por primera vez hubo intentos de agresión entre amigos que durante la semana compartían el club. La injusticia no tenía límites y la gente estaba fuera de sus cabales. Boca ya festejaba el supuesto empate antes de tiempo y no podían frenar sus cargadas.

El árbitro le explica a Comas que no habría rebote, el tiempo estaba terminado y sólo podía patear el penal, nuevamente frente al arco de la Centenario, frente a los hinchas de Boca se vuelve a tener la oportunidad de ver un penal. Los bosteros estaban tomando fuerzas para saltar hasta el cielo cuando la pelota inflara la red mientras los de River rezábamos y muchos no podían mirar el desenlace de la jugada. Comas se paró frente a la pelota y cometió el mismo error que hizo Palma al inicio del partido, la pelota se va a metros del arco y el delirio se hizo interminable. Cuando los bosteros hablan de silencio atroz deberían recordar esa tarde. Ese día fue de una fiesta indescriptible y espero poder revivirla esta tarde.

Así sea, Amén.

Por Charro.