culpas y herencias

Hay mucho para pensar

Siguiendo con los posteos políticos y de "evaluación", llegó hoy la noticia que el plantel profesional de fútbol de River Plate iniciará su trabajo este lunes. La noticia de la novedosa forma de trabajar que encontró el preparador físico de Cappa hubiera sido la comidilla de los diarios esta semana de no existir el mundial pero mientras esto pasó a ser una nota de color, la información de la cantidad de profesionales que tiene River es algo que sorprende aún con el mundial encima.

Este lunes se deberían presentar 64 jugadores!!!!, si, 64 profesionales. Está bien, estamos hablando del trámite legal, entre ellos están los jugadores que terminarán el 30 de junio con su vínculo laboral, están Cabral y Ahumada que ya se fueron pero faltan los 6 refuerzos, con lo cual podríamos decir que en realidad, en los papeles, estaíamos hablando de 70 jugadores de f'útbol.

Las ironías de la historia dirán que teníamos el peor plantel de la historia y la mayor cantidad de jugadores jamás vistos en nuestro club. A mi modo de ver esto se llama herencia, se están terminando algunos de los contratos que firmó la anterior comisión directiva y no hubo forma de modificar este hecho (en todo caso se podrá decir que de los 70 profesionales, 10 son de la actual dirigencia y habrá que esperar a terminar este torneo para pensar en cuantos valen la pena).

Esta dicotomía entre herencia y culpa viene a cuento de la pelea que hubo en la última reunión de comisión directiva donde cuentan que el dirigente del anterior gobierno y amigo demasiado cercano del HDRMP peor presidente imaginable, estuvo cerca de tomarse a golpes de puños. Este joven dirigente que intentó ser émulo (y fue mulo) del anterior presidente, se exasperó cuando el presidente habló de la pesada herencia y dio como ejemplo situaciones vividas con jugadores de divisiones inferiores. En ese momento se levantó Quintás para justificar su accionar pasado como dirigente y aprovechó para pasar al ataque con el presente que se vive en ese rubro, tiró los pergaminos de las inferiores durante su mandato y los jugadores que salen pero al mismo tiempo preguntó que pasaba con los porcentajes del pase de algún chico y exigió respuestas urgentes para el momento delicado que se vive.

Esto podría ser parte de la lógica política y una simple lucha entre oficialismo y oposición si no fuera que todos saben que hay manos muy sucias en el medio y que hay que ser muy cara rota para reclamar, recriminar y fundamentalmente exigir cuando nada se hizo bien y todo lo que se hace hoy está limitado y sujeto por todo lo malo que se hizo en el pasado.

Ser presidente de River hoy, exige ser un millonario (no me refiero solo a ser hincha de River sino a tener una cuenta bancaria exageradamente grande). Passarella asumió el 10 de diciembre y en la semana siguiente tenía 17 millones en cheques para levantar y a las 2 semanas siguientes tenía los aguinaldos y sueldos de más de mil personas y las vacaciones de muchos de ellos. Una locura.

Todos podremos reclamar por lo que aún no se hizo, podremos hablar de las cosas que nos gustarían que fueran distintas pero nunca podremos dejar de lado la herencia recibida y de quien es la culpa de este presente. Pasarán los días y cada día se sumará algún punto de culpa al actual presidente si no se cambia de rumbo pero al mismo tiempo será muchísimo mas valorable cada cambio para bien que se haga. Lograr sacar la podredumbre que reina en la ética, funcionamiento y pensamiento de muchos socios y que no es ni más ni menos que el accionar político que rigió durante muchos años los destinos del club, es hoy un emprendimiento titánico. No les pertenece solo a parte de los políticos que nos manejan sino a muchos jóvenes que se están insertando en la política de la mano de esta gente. La vergonzosa dirigencia que nos manipuleó durante tantos años a los socios e hinchas, son las manzanas podridas que ahora luchan coléricamente frente a alguien que hace las cosas de forma diferente. Por ahora no podemos decir ni bien ni mal, simplemente se escuchan cosas muy buenas y muy malas. Las buenas son fáciles de creer y con las malas muchas son difíciles de creer y otras hay que observar, con lo cual, la única pregunta que me queda es si serán suficientes los aciertos y si los desaciertos no serán muchos. No quedan dudas que hay muchísimo por hacer y que muchas cosas no se están haciendo o se están haciendo mal pero la impaciencia nos carcome el corazón y el cerebro, cuando tampoco se puede desconocer la imposibilidad de solucionar los desaguisados de 8 años de destrucción con 6 meses de accionar.

Mientras espero encontrar mi respuesta, mails como los que se hablan en el posteo anterior, no hacen más que dañar.

Por charro.