El millonario estilo K

Sabe lo que quiere, ahora debe demostrar que puede conseguirlo

Se cumplen 6 meses de gobierno del actual presidente de River Plate y, a diferencia de lo que piensa la mayoría, yo creo que hay mucho para desglosar. Creo que estos meses se los puede ver desde muy diferentes ángulos y tal vez hoy (aprovechando que se viene el mundial) empecemos con algunos posteos sobre nuestros pareceres del actual gobierno y hacer un buen repaso (y para ver los posteos de estos meses). Es un buen momento para pensar, opinar y para ver si sale algo positivo. Empieza el mundial y todos podrán darse el gusto de festejar pero River Plate sigue estando en la misma situación.

Como corresponde a quien quiere ganar un puesto elegido por la mayoría, se hicieron muchas promesas y en estos meses muy pocas vieron la luz. Las promesas fundamentales y las realizaciones que inclinarán la balanza para un lado u otro al final de su mandato, todavía no pueden tener respuesta. Su trabajo en la auditoría, el manejo del fútbol profesional y las inferiores, el rumbo económico del club y tantos otros, todavía no tienen una respuesta satisfactoria pero eso no quiere decir que lo este haciendo mal (ni bien). Cualquier opinión va a ser parcial, por un lado es difícil opinar cuando se está en medio de un peligroso río y todavía no se está a salvo y, por el otro, todos partimos desde una gran subjetividad respecto a Passarella y a su gobierno. Lo importante sería ser honestos en nuestras opiniones.

Para empezar, en cualquier balance es fundamental ver desde donde se parte y allí está la primera gran dificultad con la que se encuentra Passarella. Estamos partiendo desde el peor lugar, la crisis es en todos los sentidos imaginables, es política, económica, institucional, cultural, financiera, espiritual, estructural… sin embargo el Kaiser eligió tomar un camino complicado y sinuoso pero de retorno a las fuentes. En medio de tantos problemas prefirió empezar por los problemas estructurales y que nadie le agradecerá en estos momentos. Soluciones por las que recibe insultos pero que tal vez mañana se lo reconozca como un salvador. Nadie le dijo que meta mano en las divisiones inferiores pero sin embargo lo hizo. Nadie le dijo que no pida apoyo a cualquier inversor sin embargo dice que no se regalará.

Passarella tiene un estilo propio, siempre lo tuvo. Es personalista y desconfiado. Es él quien acierta o se equivoca. No es la forma más agradable de gobernar pero es la que nos tiene acostumbrados a ver River Plate y la Argentina en general. A diferencia de otros casos, aún no acumuló el poder, pero ya actúa sin redes en zonas de alta peligrosidad. Confía plenamente en sus ideas pero no es político, se mueve en las arenas movedizas que no conoce y River Plate tiene una alta tradición por la política. Este puede ser su peor defecto (hace poco, el oportunista Caselli dijo que no quería un presidente que aprendiera a serlo durante la gestión sino que estuviera capacitado para serlo) pero, al mismo tiempo e irónicamente, puede llegar a ser su mayor virtud.

En un tiempo en que la política millonaria tiene una podredumbre atroz, donde los jóvenes tienen malos ejemplos y se acoplan a las estructuras malditas existentes (donde un político, aparentemente, se da el lujo de jactarse que antes de fin de año voltearía al presidente), donde se van formando decenas de movimientos para mostrar fuerzas (jóvenes que quieren cambiar el destino futbolístico pero formando parte y haciendo esta misma política), tal vez sea una gran ventaja ser diferente y partir desde otro lugar.

El estilo K es combativo, avasallante, con pocos cambios de rumbo, sin casamientos, duro con propio y extraños, con un firme interés por volver a las fuentes, interesado en cada detalle, peleador por cada moneda y por cada principio. El estilo K va por el bronce y habrá que ver si puede hacerlo y si lo dejan. De esto, mucho dependerá si consigue salvarnos de este mal momento y si consigue llevarnos luego a los primeros planos.

El estilo K no comunica ni pide permiso, actúa. Piensa que no se equivoca y rara vez da marcha atrás, por eso sólo avanza. No tiene experiencia y pide pocos consejos, pero marcha lentamente y seguro. Se junta con varios pero se casa con muy pocos. Aprende marchando pero tiene las metas muy claras. Se mueve incómodo con la política y la comunicación pero a la hora de hablar de fútbol se siente seguro y éste es el motor del club. Sabe lo que era River, sabe como se lo destruyó y cree que llegó para reconstruirlo.

Es el presidente que surgió en una histórica elección como respuesta a una crisis moral que afectó a todo el club. Muchos piensan que el Káiser no tiene la capacidad para dirigir el club (ojalá se equivoquen y sean sorprendidos) y hoy buscan la forma de alejarlo de la función para la cual fue elegido. Son los mismos que no hicieron nada para echar a quien destruyó realmente a River Plate, ¿con qué justificación pueden querer convertirse en justicieros? ¿Quién puede pensar hoy en algo distinto cuando River necesita de todos? Como escribieron en el blog jóvendes de River, parecen jugadores de truco que vuelven a repetir la mano hasta que le salgan las cartas que a ellos les gustan. Sería mucho mejor si pensarán en cómo Aguilar y Passarella llegaron a la presidencia de River Plate. Sería mejor que hicieran la autocrítica de lo que permitieron que pasara y las razones para que la gente haya reaccionado como lo hizo y no como ellos quisieron. Es hora de la autocrítica política y dirigencial, sin ella, podrán modificarse algunas cositas pero todo seguirá igual.

Por Charro.