Bosterización

Nunca vistió una camiseta bostera, pero él y sus relaciones bosteras hicieron más daño que ningún otro.

Cada vez que hablamos de bosterización o racinguización nos referimos a un cambio de mentalidad y actitud en el hincha. Es tan notorio este cambio, que muchos empezamos a utilizar estos términos, sin embargo, siempre lo vi como una reacción natural de la masa ante la falta de respuestas desde la cancha.

Mi lógica me indicaba que esta reacción se debía a que River Plate siempre fue el mejor y por ello su gente le exigía demostrarlo, no alcanzaba con ganar, había que ser el mejor (claro que siempre hubo plantel como para exigirlo); no alcanzaba con ser el mejor, había que ser lo mejor posible, no se trataba de ganar sino que había que gustar y golear.

Conociendo esta génesis del hincha millonario, Aguilaucha se dio cuenta que estaba en un problema si quería manejar al club a su antojo. Para dominar al hincha y anestesiarlo para que no viera el saqueo, necesitaba que el hincha cambiara desde su génesis. Para empezar se aprovechó de una vieja tradición caudillista que tiene el club y la necesidad de cambio. Aprovechó al máximo su enorme capacidad oratoria y apuntó todos su cañones a la corrupción e ineficiencia de la gestión, disparó contra los millones de dólares que entraban por la venta de jugadores, los jugadores que no podía disfrutar el hincha y los pocos beneficios que recibía el club mientras vanagloriaba la caravana por los 100 años armada por los hinchas. La gente empezó a seguirlo y en medio del desastre nacional del 2001, consiguió que la gente fuera al club a votarlo. Era la voz del hincha...

Hablaba de su madre llevándolo al club y de su padre llevándolo a la cancha, contaba sobre Matutito y los demás barras, los pibes del club que defendían al hincha... era el simple aguijón del escorpión preparándose para picar. Se juntó de jóvenes muy leales sin crítica al líder, unos cuantos "amigos" de la tribuna que lo conocían de chico o de su primeras armas en la política del club y detrás de ellos consiguió el seguimiento dogmático carente de oposición, grupos necesitados de un líder alineados desde lo ideológico pero incapaces de contradecirlo cuando el desmadre fue notorio e incontrolado. El silencio cómplice estaba armado.

El vaciamiento del club no empezó por lo económico sino por lo deportivo. Golpeó en las raíces para conseguir su propósito, atacó primero a quien transmitía el concepto futbolístico en las inferiores del club, sacó del camino a Delem, el hombre que le daba jugadores exquisitos y llamó a otro coordinador (Rossi) que le diera jugadores "conceptuales" (que según me comentó Enrique, ahora está en Guaraní Antonio Franco. Una vez escuché a Quintás decir que Rossi era un tipo con el que iría a tomar un café para hablar de la vida pero nunca entendió algo de fútbol), se sacó de encima al Pelado Díaz y llamó al ingeniero Pellegrini. En las primeras medidas de gobierno de una nueva gestión, muchas veces se pueden leer cuales serán sus intenciones (aprendizaje político que voy teniendo). Son muy pocos los que hicieron la lectura de lo que había hecho Aguilaucha durante su primera gestión.

En junio del 2002 le decía a Olé que era hora de cambiar, que había que cambiar el estilo si se querían títulos internacionales, se comparaba con el boca de Bianchi y hacia allí apuntaba el cambio ("cuando manejas un club como River Plate tenés que tomar decisiones políticas que apuntalen los objetivos... vamos a apuntar a esto... en las grandes decisiones hay que tomar grandes riesgos", en otro momento agregaba "...pensamos que el club tenía la opción y facultad de alejarse de la línea estrictamente riverplatense que tiene con sus técnicos, que nos podía venir bien salir de las antinomias que hemos vivido y sufrido... este es un proyecto que tiene que ver con una idea institucional. Creemos que ha culminado, exitosamente, un ciclo..."). Cuando en su campaña preelectoral había hablado de cambiar el modelo, se había referido a la compra/venta de jugadores y a la gestión del club pero en ningún momento habló de cambiar la idioscincracia del hincha.

Para llevar a cabo su plan de gobierno necesitaba a un socio menos crítico y más sumiso, menos escandaloso y más silencioso, que mire menos a la cancha y más a la tribuna, que haga menos preguntas y acepte lo que le dicen, menos exigente a la hora de ver jugadores y más participativo en la fiesta de la popular.

Hasta el 2005 River Plate apuntó a la Copa y quedó en semifinales, a partir de allí no existió recambio desde las inferiores (destruidas en 2001) y tampoco se hicieron compras de jugadores importantes sino de jugadores "falopa" para justificar negociados. Ese fue el momento en que el hincha ya no podía exigirle a esos jugadores sin categoría para vestir la camiseta de River y era necesario suplantar lo que no había en la cancha desde la tribuna. Sin oposición política fuerte, sin medios periodísticos que investigaran, con seguidores dogmáticos (y en varios casos comprados con el reparto de entradas), con una barra liberada y socia para los negocios "impuros", el camino se decantó solo hacia la bosterización. A quien se le iba a exigir? Gerlo podría salir como el Tano Gutierrez o Perfumo? Gracias que ponía toda su voluntad y esfuerzo cuando ni siquiera cobraba lo que se le prometía. Sixto Peralta iba a conducir al equipo? Gracias que volvía el Muñeco Gallardo lesionado y apenas jugaba algunos partidos. A Fabbiani o Rosales se le iban a exigir goles? gracias que Falcao aguantó un par de años. A Buljubasich, Ojeda o Leyenda se le iba a pedir las atajadas de Fillol? Gracias que surgieron Lux y Carrizo.

Ante esta anemia futbolística se había preparado un cambio en el hincha de River Plate, la bosterización ya estaba lista, ya ni siquiera se habían festejado los títulos del ingeniero y de Astrada pero se pensaba en los bosteros. River Plate ya no estaba arriba de todos sino que tenía que mirar hacia los costados para cambiar el estilo. La bosterización no fue casualidad ni consecuencia, fue algo necesario para el saqueo.

Por Charro.