El baile como meta

Los festejos y la humillación. Buen recuerdo...

Así como en 1972 se jugó el superclásico más vibrante de la historia, con cambios de resultados y definición en el último minuto del partido, hace una semana se cumplió el aniversario de la máxima goleada millonaria a los bosteros.

El 19 de octubre de 1941 se enfrentaron en el Monumental. River Plate venía de unos campeonatos de transición luego del retiro de Bernabé Ferreyra, semejante ídolo era imposible de reemplazar y se estaba buscando la forma de conseguir a alguien capaz de darle al equipo la misma contundencia. En esos años se copraron un par de delanteros y se hicieron pruebas con distintos delanteros de las inferiores hasta que un día frente a CAI, Cesarini y Peucelle decidieron probar con Pedernera. El cambio era muy grande, Bernabé era pura potencia y contundencia mientras que Pedernera era pura habilidad; Bernabé era directo y destructivo con su remate, Pedernera era un estratega y organizador del juego para llegar al arco contrario tocando el balón. El cambio fue total, de armar el juego para un potente definidor se pasó a jugar lujosamente para que cualquiera de los delanteros definiera. Labruna tenía el olfato, Moreno y Pedernera tenían la habilidad y se conocían como hermanos y Muñoz y Deambrossi hacían estragos por los costados. La solución era tan radical que los técnicos no se animaron a mantenerla y River Plate siguió el torneo a los tumbos (tanto que hubo sanciones a Moreno luego del primer superclásico del año por ser individualista y a Deambrossi y D´Alessandro por bajo rendimiento) hasta que al inicio de la segunda rueda se estabilizó el equipo.

El duelo se presenta con mucha expectativa, los bosteros nunca habían perdido en el Monumental (era el tercer patido) y eran los últimos campeones, mientras que River Plate llegaba por primera vez en el torneo como puntero. El partido no defraudó a los millonarios, salieron con mucha movilidad y entrega que sorprendió al visitante; estaban encendidos y Moreno estaba endemoniado. El baile del primer tiempo presagiaba un desastre para los bosteros pero también estaban acostumbrados a aprovechar sus momentos (aunque en este partido el arquero millonario les tapó 2 mano a mano), tanto paseo y el gol de los 11 minutos apenas fueron seguidos por 2 goles después de los 40. El partido se definió en esos 3 o 4 minutos finales del primer tiempo. Los bosteros no tenían forma de remontar semejante baile y los millonarios no piensan en el arco rival sino en la humillación. Para los jugadores de River Plate de ese día, el placer no estaba en los goles sino en el deleite y aplausos de sus hinchas. Los jugadores sentían vergüenza por no haber conseguido victorias frente a los bosteros en los primeros encuentros en el Monumental y no había forma de frenar esa bronca, la venganza era total.

La gente de Boca se fue de la cancha cuando el partido se puso 4 a 0 y la gente de River Plate festejaba delirante semejante paseo, el quinto gol parecía tan anecdótico como el sexto gol anulado cuando Pedernera entró al arco con la pelota luego de pasarla por arriba del arquero con el taco. En el último minuto un gol bostero acomodó como un resultado abultado el mayor baile del superclásico. La fiesta y la revancha fueron totales porque era la penúltima fecha y así River Plate se aseguró el primer puesto y en la siguiente saldría nuevamente campeón inaugurando la época post Bernabé y la de los lujos que marcaría la historia del club. La gente ingresó al campo de juego y llevó en andas a los jugadores como si ya se hubiera ganado el título. Pocas veces en su historia los bosteros habían sido tan superados y humillados, pocas veces hubo tanta superioridad en un superclásico y pocas veces esto sirvió para acariciar la copa de campeón.

Mañana viene un nuevo superclásico y espero que logremos recuperar la historia.

Por Charro.