No me importa el Mundial. Soy hincha de River Plate

Ártico estampa el empate de River Plate frente a la selección Argentina, lo sufre Gatti

En estos tiempos de competencia ecuménica surge altivamente una efervescencia argentinista casi intolerable para mí. Este espíritu mundialista me sobrepasa y no lo comparto. Discursos acomodados desde el periodismo de acuerdo a sus intereses, el resultado y sus circunstancias serán moneda corriente por estos tiempos. Más aún teniendo Argentina un llamativo experimento como Director Técnico y quien significa Lucifer para el fútbol como Manager.

Maradona para la mayoría de los argentinos tiene estatura de dios pagano. Amado y odiado. Siempre del cenit al ocaso. Muriendo y resucitando. Héroe y villano. Polémico. De frases que se transforman en célebres y se incorporan al argot popular. Una vida plagada de contrastes. Produjo esperados regresos, como en el angustiante repechaje frente a Australia y llegar al Mundial de Estados Unidos ’94. Allí pareció resurgir como el Ave Fénix. El dios pagano parecía ser celestial. Pero era humano. Es pagano. Un nuevo doping positivo (el anterior había sido en Italia en 1991), determinó que le cortaran las piernas.

Con la designación como Seleccionador Nacional al menos ha vuelto al fútbol. Para ser un Maradona auténtico cosecha enfrentamientos con la prensa y también con dirigidos. Hoy la esperanza Argentina es Mundial. Porque si bien su dios pagano ya no estará apilando rivales y haciendo filigranas en el verde césped, al menos estará detrás de la línea de cal dando indicaciones. Y si los resultados se tiñen de triunfo, una vez más será llevado en andas por los fieles que profesan su religión… acaso hasta la próxima caída, la pasión y su crucifixión.

Maradona representa un personaje siniestro para nuestro River Plate. Con actitudes ruines y frases poco felices, por caso cuando jugó su último partido oficial en nuestro Estadio, al cabo de un primer tiempo en donde arrastraba su cuerpo por la cancha, sin salir al campo en la segunda mitad. Y la muestra más reciente tuvo lugar en las Eliminatorias cuando le faltó el respeto a nuestro escenario, se fue a Rosario para que Brasil se asuste, se comió tres goles y los asustados fueron los integrantes de su equipo. También el malcriado de Mascherano abrió la boca en esa oportunidad manifestando su adhesión. Agendar este nombre para no codiciar su regreso.

Históricamente River Plate ha suministrado jugadores al Seleccionado Argentino. Pero ninguno de ellos se prestigió allí. Por caso, Passarella y Ramón Díaz eran quienes eran en River Plate y fruto de sus actuaciones fueron transferidos en los albores de los ’80. Pumpido, Ruggeri y Héctor Enrique continuaron en el Club aún después de la Copa ’86. Es justo aquí decir que si bien en Europa los cupos de extranjeros limitaban las transferencias, estamos hablando de jugadores campeones y titulares de ese equipo. Y hasta Francescoli partió al cabo de ser goleador y campeón.

Continuando la línea de tiempo, Crespo, Ortega, Almeyda, Gallardo, Saviola y Aimar, partieron al Viejo Continente desde sus destacadas actuaciones con la casaca de la Banda Roja. Hasta el propio Salas recaló en la Lazio fruto de sus goles campeones de 1997. Porque los clubes compran jugadores a otros clubes y no a seleccionados. Es allí donde tienen continuidad, sin que esto determine si son o no jugadores de selección, ítem que de seguro tendrán en cuenta para la valoración final.

Directa o indirectamente River Plate ha dicho presente en los mundiales. En esta oportunidad no será la excepción. Pero recordemos que River Plate pagó muy caro el Mundial de 1958 tras el desastre de Suecia, cuyo tributo lo postergó a una larguísima sequía en títulos hasta 1975.

Pudo ser campeón en el Nacional de 1980 de no haber mediado las convocatorias para el Mundialito de Uruguay, privándonos de enhebrar 4 títulos consecutivos. Fillol, Passarella, Tarantini, Luque y Ramón Díaz acudieron a la cita. Perdimos 6 a 2 en semifinal frente a NOB, con el debut del juvenil Torres en el arco en reemplazo del lesionado Landaburu y una actuación descollante e inolvidable del Beto Alonso, remontando un partido con enorme entereza deportiva en el partido de ida en Núñez y dos goles de Gordon para el triunfo 3 a 2.

Más aquí en el tiempo y con Passarella como Técnico de la Selección, se llevó a Escudero que tenía excelente nivel a una gira, lo incluyó poco y nada y a su regreso jamás fue el mismo.

Sin embargo hubo renunciamientos. En 1976 para una gira Alonso, J.J.López poco menos que desertaron del equipo de Menotti para jugar en River Plate por la Copa Libertadores; en tanto Passarella y Luque hicieron lo contrario. Al negro López le costó no ser parte del Mundial ’78, el Beto llegó porque no había más remedio. Sus actuaciones lo hacían indiscutible en el decir de la opinión pública y medios de prensa.

Me parece que el repaso por la historia muestra que la Selección Argentina ha sido perjudicial para River Plate. Por eso no soy hincha de la Selección. Soy hincha de River Plate. El corazón futbolero no puede albergar tantos sentimientos. Apenas algunas simpatías más y las elijo en el ascenso. Me cuesta entender a quienes hoy se expresan como hinchas del Combinado Nacional. ¿Qué les pasa? ¿Dejan de ser hinchas de sus clubes? El fútbol no es bandera. No es patria y de ningún modo tienen lugar los himnos. ¿Por qué la dicotomía?

Para mi fortuna la tengo resuelta. Alguna vez me pasó cuando aún hinchaba por Argentina. Sucedió el 9 de febrero de 1977. En el Estadio General San Martín de Mar del Plata, River Plate enfrentó al Seleccionado de Menotti. El primer tiempo culminó 2 a 0 con goles de Bertoni y Ardiles. Fueron expulsados Merlo y nuestro DT, Ángel Labruna. En inferioridad numérica Marchetti y Artico señalaron las conquistas para el empate en dos goles por bando. Casi le ganamos. Ah!. Esa noche quería que gane River Plate.

Por: Sr. River Plate