La violencia en off side

Otra demostración de connivencia e impunidad. Los hinchas dijeron basta, ahora necesitan el apoyo de la dirigencia nacional

Pocas veces se pueden ver pequeños avances en la lucha contra la violencia. Si bien tampoco podría decir que esto sea parte de una lucha contra la violencia sino más bien la resultante de un hartazgo. Los hechos vividos ayer nos muestran lo que pasa cuando se da impunidad y no se detiene a su debido tiempo a un grupo que va adquiriendo poder ilimitado. Los grupos violentos han cambiado con el tiempo y ya no pueden ser controlados sin la decisión política de hacerlo.

Quienes empezamos a ir a la cancha en los 80, podemos recordar a esas barras con muchos marginales que se dedicaban a robar en la propia popular y que iban en busca de la barra rival. Personajes violentos que amaban los mismos colores. Códigos raros pero respetados por el hincha, tiempos políticos difíciles y una policía dura de la dictadura que tenía terribles enfrentamientos con las barras. Los 90 marcaron una transición pero la impunidad que gozaban los llevó a límites insospechados. La barra de River llegó al límite de haber secuestrado un tren (lo tomaron en la estación Scalabrini Ortiz y lo frenaron antes de llegar a la General Paz), robaron a su antojo a los pasajeros y desaparecieron de la escena del crimen sin haber recibido ningún castigo. La barra de Boca con El Abuelo y Di Zeo quisieron hacer un lavado de imagen pero no frenaron la violencia. Los negocios de la barra dejaban de ser marginales (droga y robo) y pasaban a ser más sofisticados. Las barras de River y Boca marcaban el camino a seguir. Tenían en común la búsqueda de negocios muy redituables y los fuertes contactos políticos pero unos se apoyaban en los medios mientras los otros lo hacían en silencio.

Esta década encontró a los clubes haciendo un intento por dominar a estos delincuentes y utilizarlos para sus propios fines. Necesitaban pacificar la propia tribuna y para ello arreglaron cederles algunos negocios a cambio de tener algunos “sueldos” y “kioskitos”, con la tribuna en paz. Parecía el arreglo perfecto, gente conocida, buenos sueldos, a la popular se podía ir sin temor y la oposición estaba silenciada. Nadie previó que la impunidad y el poder creciente harían que estos grupos quisieron tener más de lo que los dirigentes estaban dispuestos a ceder. En este sentido, la barra de Independiente se encaminaba a un protagonismo similar apoyado en una fuerza política. Los barras dejaron de ser hinchas violentos, armados y agrupados para transformarse en un ejército de sicarios que se venden al mejor postor y que ya nada tienen que ver con los colores del club.

La justicia fue dura. Tal vez sea una señal para que la Justicia vuelva a tomar el control.

Los “borrachos” se cebaron y cegaron, no encontraron límites para su violencia. Se enfrentaron a la gente de de distintas ciudades y armaron batallas campales (Santa Cruz, Santiago, Asunción, Montevideo, Río… fueron algunas ciudades con imágenes violentas), no les importaba tener enfrente a policías reconocidas por su violencia indiscriminada como las de Rio y la de Paraguay. A la par del poder, la violencia y la impunidad, crecía también la avaricia y así se enfrentaron a tiros con distintos grupos y fueron obteniendo mayores ganancias, más injerencia en más temas que eran potestad del club, más exigencia de plata. El límite pasó a ser la presidencia del club y eso fue imperdonable desde la visión de la dirigencia. Llegó el quiebre entre las 2 facciones de la barra y la violencia y la venganza ya no tuvieron límites.

Difícilmente se sepan las razones del asesinato de Acro pero el hecho marcó el límite para la sociedad. El día de ayer también será recordado como el día en que la gente se canso. La decisión estar frente a la barra, surge como respuesta a la opresión, ni siquiera la violencia frenaron el deseo de la gente por alejarse de los violentos. El público en general dejó de identificarse con esta gente y empezaron los reproches. En River Plate empezaron a verse esos cambios pero nunca fueron tan evidentes como lo hecho ayer por los hinchas de Independiente (aunque en los foros los hinchas dicen haberse inspirado en las manifestaciones constantes en el hall de River Plate). No es fácil, será una ardua lucha.

Ayer fue turno para que la justicia dijera basta. El asesinato cobarde, fuera de tiempo y lugar, marcaron un antes y después. Esperemos que la reacción de público frente a la barra del club, también marquen un quiebre. Una cadena perpetua y el oprobio generalizado, esperemos que sean el puntapié inicial en la lucha por librarnos de estos violentos.

Por Charro.