El cóctel de ansiedad, histeria y soberbia

Cualquier hecho moviliza nuestros miedos y frustraciones

Los últimos años de River Plate podría decirse que no son muy saludables para los hinchas, la carga emocional que le estamos poniendo cada fin de semana no es recomendable y sin embargo es imposible eludir llegar al Monumental con los sueños de volver a ser pero encontrarse con la nueva realidad.

Ver a River Plate en la cancha puede ser peligroso. Para empezar, el viaje al Monumental nos puede encontrar en medio de cualquier conflicto porque la sociedad está violenta. Ver corridas de grupos llegados en tren que luego suben a colectivos como hordas desbocadas, es habitual. Ver persecuciones cobardes a gente cuyo único delito es tener la camiseta de otro club es ¨normal¨ como así también, que algunos integrantes de estos grupos esten tan enajenados como para golpearse con otros hinchas de River Plate en un estado similar (a veces es por la naturaleza violenta y otras por cuestiones marginales o de poder), que estos grupos se ¨apoderen¨ (con cierto consentimiento de las autoridades de la línea de colectivo) de algunas unidades para que los lleven al Monumental, ver colectivos desviados de su recorrido para que estos grupos pasen por un autoservicio a abastecerse de alcohol es parte del ¨ritual¨. El ¨folklore¨ también indica que se debe alentar a los delincuentes que se apropian de la pasión del hincha y como supuestos representantes de esa pasión cobran en efectivo y en especias. Todavía no empezó el partido y pudimos vivir la ¨adrenalina¨ de ver a cobardes golpeando y robando, policías desenfrenados con sus bastones, sicarios amedrentando a la gente en los alrededores o enfrentamiento entre barras.

Todo este mercado persa y bizarro habitual de cada fin de semana ahora se ve multiplicado por las vivencias dentro de las plateas. La puteada compulsiva de la San Martin tiene un nuevo componente, la desesperante necesidad de estar ganando antes de empezar el partido. Escaparle a la puteada permanente, desmedida, alocada e insoportable de los plateistas de la San Martin puede ser tan necesaria como para llevarte a compartir la popular con los sicarios; refugiarse en la Belgrano tampoco parece ser una solución, porque el virus de la desesperación nos lleva a la violencia emocional.

Sin ánimos masoquistas, recuerdo algunas frases del sábado (que ya se hacen habituales). ¨para adelante!!!!¨ cuando un jugador decidió jugar la pelota hacia atrás porque venía un defensor a quitarle la pelota y su único compañero desmarcado estaba atrás; ¨no rifes la pelota¨ cuando un jugador tiraba la pelota hacia adelante para que se arregle un delantero frente al defensor;  ¨atacáaaaaa!!¨ cuando un jugador lateralizaba la jugada porque debía romper el esquema defensivo; ¨encaráaaa!!¨ cuando un jugador decidió dársela a un compañero para no perder la pelota; ¨pelotudo!!!!, la materia es impenetrable¨ cuando el delantero perdía la pelota al intentar pasar entre 2 defensores; ¨dejá de tocar y pateᨠcuando se perdía el balón después de algunos pases y no patear al arco; ¨morfóooon¨ cuando el delantero no lograba pasar a su defensor;  ¨que haces!!¨ cuando un jugador no dominaba el balón; ¨tirá el centro¨ cuando un jugador no lograba pasar a su defensor; ¨cómo no le vamos a estar ganando a estos muertos!!!¨ cuando el rival tenía la pelota; ¨quién te enseñó a tirar un centro¨ cuando la pelota fue rechazada en el área por un defensor... todas estas frases las oí a los 5 minutos de empezado el partido (como solemos dominar el partido y tener la posesión del balón, esta desesperación aumenta). Ni hablar del murmullo generalizado cuando una jugada no sale como se espera.

La creencia de superioridad absoluta, sumada al sufrimiento que vivimos por estar en esta categoría, más la histeria de creer que los partidos se ganan sin jugarlos, llevan a que demasiada gente crea que todo lo que se haga para ganar el partido estará mal hasta que no vea la victoria. Para el hincha de River Plate el partido no dura 90 minutos, no son 90 minutos de fútbol, es un tiempo de sufrimiento hasta que nos ponemos en ventaja y otro tiempo de sufrimiento hasta que llega el pitazo final. En este ambiente no es fácil que el jugador despliegue un gran fútbol y demuestre su superioridad individual.

El autoboicot es tétrico y en esto le doy la derecha al DT, sólo la unión, convicción, paciencia y rebeldía del plantel lograrán que ascendamos. Por mi parte, creo muchísimo más en este grupo que en el del año pasado, lo cual no quita que conseguir el objetivo va a costar muchísimo. Espero que este sea el último sufrimiento para concientizarnos de hasta donde estamos hundidos y hacernos más humildes para entender que se debe iniciar una reconstrucción. Hay que dejar la frase ¨esto es River¨ para empezar a decir ¨debemos trabajar todos juntos para volver a ser River¨.

Por Charro.