La impunidad de una chapa y el cinismo del señor feudal

El gobernador Bonfatti reemplazó en abril a los encargados de la Unidad Regional II Rosario. Brest es el subjefe

La dictadura militar le hizo mucho daño a este país, pero donde más daño hizo y aún hoy no se puede recuperar, es en la institución policial. No es fácil no abusar del poder que la sociedad le da a la policía, más cuando el mismo gobierno usa a la institución como un arma para controlar a la ciudadanía en beneficio propio. Con este agravante y el de una sociedad violenta e intolerante, se prepara el cóctel perfecto para que la policía de algunas provincias o algunas comisarías tengan en sus fuerzas a delincuentes que aprovechan la legalidad de una chapa para ejercer violencia impunemente sobre ciudadanos. Gatillo fácil no es sólo una definición, es parte de una institución con resabios autoritarios que se piensan que una chapa les da el poder para manejar la ley a su antojo, que en lugar de recibir un arma para proteger a la sociedad la utilizan para beneficios personales. Por estos resabios, se sabe que hay policías que son más duros que otros, pero en el fútbol rosarino se vive otra cosa más. La convivencia entre barras/institución/policía es más que evidente y lo manipulan según las conveniencias de ellos, el maltrato a los visitantes tiene que ver con las necesidades de la barra, las zonas liberadas son habituales y los famosos 40 minutos que esperamos a que salgan los visitantes, se convierten en 10 minutos en Rosario (habitualmente los rosarinos estan alrededor de nosotros cuando logramos salir los 3 mil o 5 mil visitantes).

La brutalidad, las zonas liberadas, las ayudas a la barra local son parte habitual de una visita a Rosario pero lo vivido el sábado fue una invitación a la tragedia. Todos sabíamos lo que podía pasar pero nunca pensamos en tanta impunidad y brutalidad, cuando el jueves en reunión de CD se le quiso pedir a DAP que hubiera custodia y que salieran todos los hinchas juntos, no era por una genialidad de alguien sino por previsión y preocupación. El comunicado oficial del club emitido hoy, es consecuencia de las aberraciones que vivió el vicepresidente del club y no por lo vivido por los hinchas. Las cosas que allí se cuentan son solo parte de lo que hizo la policía rosarina. El repudio no debe quedar en un comunicado sino actuar contra la dirigencia canalla (absolutamente consciente de lo que hicieron). Como opina la mayoría, este accionar fue premeditado y planificado.

En un posteo anterior escribí que las declaraciones del encargado de la seguridad para el partido, Hernán Brest, sonaban a amenaza y resultaban más que preocupantes conociendo los antecedentes. Ese ¨encargado¨ expresaba varias exigencias claras y hasta entendibles (aunque eran extrañas, exigían el listado de pasajeros de cada micro pero no había pedido de admisión; exigían las entradas en el peaje o serían ¨deportados¨ a pie hacia Baires) “los barras también están al tanto de cómo es el trabajo de la Policía. La idiosincrasia de lo que es la ciudad y también el trabajo de la policía de acá. Exigimos mucha disciplina de la hinchada visitante”. Alguna vez fui a quejarme a una comisaría por el trato recibido (impidieron mi ingreso porque tenía un libro y podía utilizarlo para quemar la tribuna), la respuesta del subcomisario fue que para él todos eran iguales en la cancha, si fuera por él cerraba las puertas y que se maten todos (la justificación para el impedimento a ingresar con entrada a la cancha fue que no tenía nada que hacer un libro en la cancha). Conociendo este pensamiento, cada vez que escucho a un policía hablar de barras o de disciplina, en realidad escuchco que hablan de los hinchas en general y de los bastonazos que van a repartir. Suelen ser tan impiadosos y cegados en el miedo u odio que pegan a cualquier cuerpo sin importar edad, sexo o incapacidad (a fin de año llevamos a un extranjero a la popular del Monumental y hubo movimientos por impericia policial, el resultado fue que el pobre yanki se quedó incrédulo parado junto a al paredón del club y recibió un palazo en el brazo).

Las palabras del encargado de seguridad del partido (muy irónico el título) sonaban a amenaza y eso fueron. Muchos micros habían llegado a las 9 de la mañana al peaje de Casilda, habían escuchado al policía y prefierieron llegar temprano para no entrar tarde a la tribuna. La previsión fue en vano. Al mediodía había más de 20 micros esperando a que aparecieran más micros. El micro de la barra fue escoltado sin problemas hasta la cancha pero 15 micros de hinchas de distintas filiales fueron demorados y luego se le impidió el paso a Rosario. Todo valió, primero las discusiones con algunos dirigentes del club y luego llegaron hasta las balas de goma. Esa es la idioscincracia y trabajo policial esgirmido por Hernan Brest.

Aprovecho esta foto de twitter tomada por el FAL para entender parte de la cargada que vivimos en Rosario

No todo terminó en el peaje, muchos hinchas fueron en autos particulares. El ingreso habitual es por el boulevard Avellaneda, el camino desde el sur o del centro de la ciudad mientras los hinchas de Central llegan desde el barrio Arroyito (del norte y oeste de la ciudad). Por alguna extraña (?) razón, esta vez los hinchas de River debieron entrar por el norte y pasar junto a la platea lateral del Gigante. La policía armó una barricada para impedir el paso de los hinchas de River Plate y la espera se realizaba junto al paso de los hinchas de Central. Alguna casualidad (o arreglo con la barra canalla) impidió en ese momento que el medio millar de hinchas millonarios fueran atacado por los miles de hinchas de Central que iban llegando y que caminaban junto a nosotros separados por un simple boulevard y un par de policías. Finalmente, 1 hora antes del comienzo del partido (cuando ya habían entrado los jugadores al estacionamiento de la cancha y así desviaron la atención de los canallas, nos hicieron pasar a más de mil personas escoltados por la montada y cabezas de tortuga (con escopetas recortadas apuntandonos) mientras desde el estacionamiento canalla había un intercambio de insultos y amenazas. Los 200 metros de caminata nos depositaron en el boulevard Avellaneda (por donde siempre se entró) y pudimos ver a los hinchas de Central contenidos por la policía por un simple vallado mientras nos veían pasar. Creo que debe ser lo más similar al paso de las vacas cuando van al matadero.

Si esto suponía algún tipo de amedrentamiento o un impedimiento para alentar, parece que leyeron el manual erróneo. Ni eso hizo que dejáramos de alentar ni lo que le hicieron a los jugadores hizo que los pudieran llevar por delante. El micro esperó 15 minutos en medio de los plateístas canallas entre insultos y amenazas para poder ingresar al vestuario, mientras Almeyda daba la charla técnica en el entretiempo apareció un delincuente, se llevó un pantaloncito y volvió a la tribuna sin que la policía hiciera nada (suerte que tenía un arma). Tampoco cambió nuestro comportamiento lo sucedido en el entretiempo. Como se puede ver, una cosa tras otra pareció una cama. La ubicación de la platea fue ridícula, separada de los plateístas canallas por un muro de metro y medio, era una invitación para las amenazas de la misma forma que eran blanco sencillo para la bandeja superior. No se porqué apareció la barra en la platea (pudo haber sido a pedido de un dirigente, como expresa Página 12 o para exigirle algo a un dirigente como escribe Olé) pero lo que es seguro es que la policía actuó contra todos los plateístas mientras dejaban a los de Central que actuaran como quisieran.

La salida debía ser lo más peligroso y obviamente no fue sencilla. El paso obligado para salir era una escalera descubierta bajo la tribuna de Central. Por primera vez en 4 años, la barra volvió a la vieja función que le valió la simpatía del hincha, protegieron y organizaron la salida. armaron un pasillito junto a la pared para no ser blanco sencillo de los plateístas que tiraban lo que tenían a mano.

Hay alguien en Rosario que piensa que esta es la forma de tratar a los visitantes. Hay algún dirigente rosarino que piensa que son vivos y que ascenderán por estas cosas. Pobre gente. 

Por Charro.